domingo, 27 de octubre de 2013

03.

Y sentado en el parque, tu solo. No, tu solo no. A solas con tus pensamientos sentado en el parque apuntas tu vida en un papel lógico, que te abstrae, que solo esta dentro de ti pero que es tan real que casi puedes tocar, tocas su tacto rugoso y te agrias, yo por lo menos lo hago y no puedo evitar sentir esta sensación. ¿Donde me he equivocado? y ¿Por que? es con la tinta con la que a este papel le importa que escribas en el; es decir, ya te puedes ir olvidando de usar cualquier otra tontería que no sea eso para escribir sobre tu propia conciencia. Alguien dijo: La historia es la maestra de la vida y no creo que eso lo debamos utilizar solo para saber quien mato a quien y quien matara a quien. Ya sabes de que hablo.
Todos somos capaces de actos crueles, la crueldad es algo que habita en el ser humano, como una bestia que le niega el ser armónico. (Un día tuvimos que bajarnos de los arboles y empezar a abrirle la cabeza a otras especies con palos para que nos tomasen en serio, allá por la prehistoria...)
Pero, sin embargo, lo hermoso del hombre es que también sabemos perdonar, y es que parece una gilipollez pero perdonar no es el acto simple de decirle cuatro palabras al colega que tienes en frente y quedarte a gusto por hacerle de todo a su novia. Y cuando esa crueldad aflora para hacer daño a los demas, es irremediable que dentro de nosotros surja también algo hermoso, como una flor que por un curioso milagro ha roto un muro impenetrable.
Lo que haga cada uno con su florecilla ya es cosa suya. Ya puede cogerla con un puño y espachurrarla dentro otra vez o puede dejarse conmover e intentar volver sobre sus pasos.
Lo sé porque ami me ha pasado, y yo no he sabido hacerlo muy bien, pero parece que voy progresando.
Me acaba de despertar una ancianita que estaba sentada a mi lado en el banco del parque, que dice que no la babee mas el abrigo.

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